jueves, agosto 10, 2006

¿Es mi imaginación o...?


Sólo tienes que imaginarlo: Es un hombre viejo, y en su rostro, a pesar de la espesa barba blanca, pueden verse profundas y oscuras líneas, de esas que llamamos arrugas. La mirada es recia, y tan profunda que podrías perderte en ella... hasta que escuchas su voz, y te das cuenta que la vida, a pesar de todo, puede volvernos sabios y compasivos, siempre que sepamos transitar por ella. Y hasta donde puedes apreciarlo, él lo ha sabido. No, su vestimenta no es lujosa, tampoco es nueva, más bien está gastada y vieja, pero cumple su función, mantener abrigado aquel aún enérgico cuerpo mientras un frío remolino te toma por sorpresa.

Ahí esta el viejo, frente a tí en una hermosa colina... ¿puedes verlo? ¿puedes verlo junto a ti? vamos, casi lo logras.

El viento es frío, pero el paisaje es hermoso. Indescriptibles e infinitas variaciones del color verde cubren el suelo: pasto, hojas y hierbas alfombran un valle cuyo límite no puedes fijar con la mirada; a lo lejos pueden verse azuladas siluetas de montañas recortar un cielo salpicado de nubes que parecen brillar por si mismas a la luz del sol.

El espectaculo de la naturaleza despliega su esplendor ante tus ojos, y por un instante, piensas que estas viviendo uno de esos momentos cuya suma constituye la dicha de una vida feliz.

Desviaste tu mirada de tu compañero, y al observar nuevamente descubres que una lágrima escapa de sus ojos.


¿Qué es todo esto? ¿porque estoy tratando de crear una imagen mental? Sucede que volvió a aparecer aquella vieja duda que nunca he podido responderme convincentemente. Ese hombre viejo que he imaginado, esta ahí, en el mundo de mi imaginación, y de una forma u otra... ¡existe!, sí, al menos como un minúsculo flujo eléctrico en mi cerebro, como algun intercambio químico entre mis neuronas o como unos cuantos bits de información en mi mente... exite. Y si mis palabras fueron al menos un poco adecuadas, tal vez tu también pudiste verlo e imaginarlo, y por lo tanto existe también en tu cerebro... ahora está ahí y puedes hacer con el lo que quieras, puedes hacerlo caminar, puedes transformar las blancas nubes en una tormenta, o puedes hacer que se oculte el sol y aparezcan las estrellas. El viejo seguirá ahi, o puedes mandarlo a casa. El punto es: ¿sabe él que sólo es producto de tu mente? ¿sabe que en cuestión de segundos has creado lo que para él es el mundo y el universo? ¿sabe el anciano que la lágrima que dejo caer fue diseñada por ti?

¿Y cómo sabemos que nuestro mundo no es una historia que alguien más ha imaginado? ¿incluso nosotros mismos? ¿hemos soñado a todos nuestros amigos? son viejas preguntas, ¿no? trilladas, podría decir alguien... y sin embargo me siguen pareciendo tan validas, que me podría pasar la vida tratando de hallar una respuesta.
Quizá sea mejor seguir conversando con el viejo...

1 Comments:

Blogger Catusvulnus said...

antes de terminar tu relato, pensaba en eso, si soy producto de la imaginación de alguien. Si es el caso, ¿señor que me imagina? ¿me podria imaginar mas delgada?

4:03 p.m.  

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