jueves, junio 23, 2005

Un lugar insospechado

Al caminar por la ciudad sin un destino fijo, uno nunca sabe que esperar a la vuelta de la esquina.

Entre largas calles y pequeños jardines, cerca de angostos callejones y coloridas plazas, existe un lugar al que por casualidad, llegué sin proponérmelo un domingo al mediodía, mientras el sol era eclipsado por la presencia de inmensas nubes dispuestas a soltar su carga a la menor provocación.
Andando junto a bellas casas viejas que rodean una hermosa fuente, siempre visitada por niños y amantes juguetones, mis pasos fueron detenidos en un oscuro rincón al pasar cerca de una construcción sombría y antigua, de apariencia lúgubre y jardines desordenados; una casa abandonada cuya figura no puede menos que llamar la atención de quienes caminan junto a ella.

La fachada, con sus amplias ventanas descuadradas y bisagras desmembradas, luce descompuesta, ya que la casa está hundida y lo que pudieron ser escalones ahora están inclinados y ocultos bajo el nivel del suelo. Los marcos de las puertas se han vencido, y los viejos candados y seguros oxidados, no parecen suficientes para impedir la entrada a quien se atreva a intentarlo. No es física la cerca que protege los patios, estancias y pasillos solitarios.

El hundimiento asimétrico ha dejado el extremo izquierdo de la casa con el segundo piso apenas sobre el nivel del suelo, mientras el derecho parece esforzarse inútilmente en equilibrar la inmensa balanza con perpetuos y malogrados esfuerzos.

La tentación de asomarse sobre la reducida barda para ver al amplio jardín es irresistible, y las consecuencias son más que inesperadas: Las dimensiones de la casa son mayores de lo que su derruida apariencia exterior deja ver, más allá de la construcción principal, otro edifico similar en proporciones, se encuentra separado del primero por un pasaje ahora cubierto por la maleza, misma que ha alcanzado insospechadas alturas apoderándose de las paredes cercanas.

Vuelvo a ver el frente de la abandonada morada con atención, y encuentro, en medio de ella, una grieta apenas visible que corta con aterradora perfección en dos partes el inmueble.

La casa de Usher no es sólo un cuento, la he encontrado.